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Pieza tocada, pieza movida...

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Pieza tocada, pieza movida. Esta regla del juego de ajedrez aplica también para el juego de la política.

El ministro de Agricultura, Julián Domínguez, tocó en los últimos tiempos varias fichas. Veremos ahora si el gobierno que lo ungió en este cargo, desde el que se catapulta ahora como primer candidato a diputado nacional en la lista K, moverá las piezas.

Editorial de Héctor Huergo

Pieza tocada, pieza movida. Esta regla del juego de ajedrez aplica también para el juego de la política.

El ministro de Agricultura, Julián Domínguez, tocó en los últimos tiempos varias fichas. Veremos ahora si el gobierno que lo ungió en este cargo, desde el que se catapulta ahora como primer candidato a diputado nacional en la lista K, moverá las piezas.

La semana anterior, Domínguez participó de la reunión de Ministros de Agricultura del G20. Se juntaron en París para debatir sobre la volatilidad y los altos niveles de precios de los alimentos. Allí, el funcionario argentino le saltó a la yugular a sus pares que intentaban ponerle un tope a la cotización de los granos, acoplándose a la tesis de que se asiste a un problema de oferta. Y que la solución es apuntalar el crecimiento. Esta idea cobró fuerza y finalmente salió un documento que recomendaba impulsar el crecimiento agrícola en todo el mundo y en especial en los países con mayor potencial.

De allí saltó a Roma, donde se elegía al nuevo Director General de la FAO, el organismo de las Naciones Unidas dedicado a la agricultura y la alimentación. Allí se renovó el debate. El argentino, que votó por el brasileño José Graziano Da Silva, finalmente vencedor, sostuvo la misma posición: el problema del hambre se resuelva con mayor producción. Ficha tocada.

En ambos espacios, y para mostrar coherencia entre sus dichos y los hechos, Domínguez lanzó una oferta: pasar de las actuales 100 millones de toneladas de granos, a 160 para el 2020. El primer pensamiento es que el papel resiste cualquier cosa, pero… ficha tocada. ¿Ficha movida? De regreso a la Argentina, el ministro, acompañado por los autores de su Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial 2016-2020, exhibió un detalle de sus metas. Debemos reconocer que no son ni inviables ni mucho menos ambiciosas. Son absolutamente posibles y necesarias, para el mundo y para el país.

Al fin y al cabo, crecer un 60% en ocho años es menos de lo que se venía creciendo entre 1996 y el 2008. En ese período la producción subió de 45 a casi 100 millones de toneladas. Allí nos frenamos, y si bien después de la sequía del 2009 volvimos a las 100, ya tendríamos que haberlas superado largamente.

Esa expansión fue por un aumento del 50% de la superficie agrícola, y otro tanto en los rindes. La agricultura le ganó 10 millones de hectáreas a la ganadería, sin que ésta perdiera stock hasta el 2008, cuando la teoría de la mesa de los argentinos provocó la mayor liquidación de la historia.

El PEA propone un aumento no tan importante de la superficie, pero sí una reasignación (más maíz, trigo y girasol, y no tanta soja). La apuesta es a la tecnología. Con la disponible, se llegaría a 150 millones. Con la que viene, 10 millones más.

En la jornada de trabajo los disertantes coincidieron en que existen excelentes posibilidades para aumentar la producción, y en este sentido Domínguez explicó que “hay un conjunto de factores que funcionan como impulsores de la demanda alimentaria, entre los que se destaca el aumento del consumo por la suba del nivel de ingresos de la población y la generación de biocombustibles”. Es lo que sostenemos aquí semana a semana. Ficha tocada.

Ahora, hay que mover. “Este escenario requiere un fuerte planeamiento y una gran inteligencia comercial”, agregó el funcionario. El planeamiento tan meneado no parece lo central, a la luz de la historia reciente. La expansión no se frenó a pesar de las turbulencias del 2001/2, los cambios de gobierno y de los escenarios externos. ¿Cuál fue el “plan soja” que llevó la producción de 15 a 50 millones de toneladas en quince años? En cuanto a eso de la “inteligencia comercial”, aquí sí coincidimos. Pieza tocada. ¡Pieza movida, por favor!