"Carne, eje de la demanda" por Jorge Castro en Clarín Rural del 06 de junio de 2015

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El dato central del comercio internacional de granos es la pérdida de la autosuficiencia alimentaria china, que pasó de producir 100% de su demanda de alimentos en 1991, y ahora importa más de 60% de sus exigencias domésticas de soja y maíz.

El Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) estima que las importaciones chinas de soja aumentarán 60% en 2023 (74 millones de toneladas en 2014/ 120 millones entonces). En 10 años, la República Popular asumiría 75% del comercio internacional de soja.

China importó 7 millones de toneladas de maíz en 2014, que serían 22 millones en 2023 (más de 60% del incremento del comercio internacional en 10 años). La economía china se ha desacelerado casi cuatro puntos en los últimos seis años: pasó de un alza del PBI de 10,3% en 2010 a 7,4% en 2014. Pero ahora el ingreso per cápita crece por encima del PBI nominal: 9,6% anual el año pasado.

 

El consumo orienta el crecimiento chino en los últimos 6 años; y su alza no depende del aumento del PBI nominal, sino del auge del ingreso per cápita. Por eso los commodities agrícolas son las únicas materias primas cuyo precio no se ha derrumbado en el mercado mundial.

Hay un aspecto cualitativo en el auge del ingreso per cápita chino. El segmento superior de la nueva clase media (U$S 16.000/U$S 34.000 anual) es el que más rápidamente crece; y sumado al de altos ingresos (más U$S 34.000 anuales), ascendería a 357 millones en 2022, según el Instituto Global McKinsey.

La fuerza de trabajo china ha dejado de crecer; y el número de trabajadores industriales se redujo en 3 millones el año pasado, lo que implica que habría 50 millones de operarios menos en 2030, sólo que con una productividad –e ingresos reales- 10 veces superior.

Atrás de la pérdida de la seguridad alimentaria de China se encuentra la fuerza de la gigantesca transición dietaria de su población (vuelco masivo al consumo de proteínas cárnicas), cuyo ciclo se presenta en los siguientes términos: en 1961, se consumían 30 kg/año, y treparon a 60 kg/año en 2014.

La expectativa de USDA es que aumente 6,6 kg/año en la próxima década, lo que representaría 60% del consumo mundial de carnes. El stock de ganado en el mundo disminuye 6%/8% por año desde 2006, encabezado por la extraordinaria declinación de la ganadería porcina, que ha disminuido 14,8%, y 26,1% en la etapa de crianza.

De ahí que lo previsible para USDA sea que el precio de la carne aumente muy por encima del alza del precio de los granos en los próximos 20/30 años. Merrill Lynch advierte que la tierra cultivable del mundo en 2050, cruzada por el número de habitantes, daría un resultado de 0,8 hectárea/persona (la proporción era 2,5 ha/habitante en 1961).

Esto sucede mientras el consumo de carnes es la variable fundamental que arrastra a la producción agroalimentaria global. Más de 60% del incremento de la producción agrícola mundial consistiría en 2025 en granos destinados a la alimentación animal (soja y maíz).

A partir de ahora, todo depende de la tecnología, sobre la premisa de que se requiere más producto por menos agua (más cultivos por cada gota de agua). Es un llamado a la producción agroalimentaria de la Argentina.