"Argentinos, a las cosas"

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Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 6 de julio de 2019

Foto: JUAN JOSE GARCIA

Desde que me dedico a la comunicación en temas agroindustriales, hace casi 50 años, el telón de fondo fue siempre la cuestión del acceso a mercados. Y en particular, al de la Vieja Europa. Fue el cuello de botella que estranguló sistemáticamente toda posibilidad de progreso del sector que, a través de nuestra historia, se había revelado como el único capaz de construir competitividad sistémica.

Todo fue consecuencia de la exitosísima PAC, la Política Agraria Común, inaugurada en 1962 por los 8 principales países de la UE, cuando necesitaban acompañar la reconstrucción después de la Segunda Guerra con una mayor seguridad alimentaria. Crecía también en esos años el temor a la invasión del ejército de la Unión Soviética, aliado durante la guerra. La experiencia fresca en la memoria indicaba que el mejor “antídoto” era mantener el campo poblado.

 

La estrategia fue, primero, subsidiar al agro para que incrementaran la producción y los ingresos de las familias rurales. La revolución industrial volcó un arsenal tecnológico fenomenal, la productividad creció verticalmente y en pocos años lograron el autoabastecimiento de prácticamente todo lo que consumían.

 

Aparecieron los excedentes. Los precios internos seguían altos, por el pataleo de los productores. La tormenta perfecta para los países naturalmente competitivos: mercados crecientemente cerrados, para que no bajaran los precios internos. Y vuelco de los excedentes al mercado mundial. Guerra comercial de todos contra todos. Precios de los commodities agrícolas en continuo derrumbe.

 

Aquí, entonces, galvanizamos la teoría del “deterioro de los términos de intercambio”. Hagamos otra cosa, porque los precios agrícolas tienden siempre a la baja mientras los de los bienes industriales suben. Hagamos industria, cualquiera, menos agro industria.Bueno, hicimos cualquier cosa y nos caímos del mundo. El “riesgo país” estuvo sistemáticamente ligado a este error forzado por el proteccionismo que se originó en la PAC y se extendió como reguero de pólvora por todo el mundo. Llegaron el GATT, un acuerdo de aranceles que avanzó sin pena ni gloria hasta agonizar en la Ronda Uruguay, cerrada en 1994. Nació la WTO (Organización Mundial del Comercio), donde se fueron dirimiendo algunos conflictos. Pero en estos 25 años la Unión Europea siguió levantando toda clase de barreras al ingreso de productos agrícolas a su mercado.

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