"Ingeniería, medio ambiente, inocuidad y periodismo: hay mucho que celebrar"

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Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín del 6 de junio del 2020

Por estos días se conmemoran fechas que sirven para revalidar la evolución del agro argentino, el más sustentable del mundo.

Con un 90 por ciento de la superficie sembrada bajo siembra directa, en Argentina se hace la agricultura con mejor huella de carbono del mundo

 

El calendario me explotó en el teclado. Hoy se celebran los 150 años de la Ingeniería. Ayer fue el Día Mundial del Medio Ambiente. Y mañana es el Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos, coincidiendo con el Día del Periodista. Todo tiene que ver con todo. Allá voy, pasen y lean.

 

El 6 de junio de 1870 egresaba el primer ingeniero argentino, Luis A. Huergo. A la sazón, mi bisabuelo. Una generación que diseñó y construyó la infraestructura de un país que se hizo viable y potente mirando al mundo. Su obra más conocida es el puerto de Buenos Aires en Dársena Norte, donde está la terminal donde atracan los cruceros de ultramar. Pero su verdadera pasión era la infraestructura que necesitaba el país de la primera Revolución de las Pampas. Desde las vías navegables y conexiones con el interior, con su proyecto de canalización desde la desembocadura del Carcarañá, en Timbúes, hasta más allá de la ciudad de Córdoba. También los ferrocarriles con sus redes troncales, para llevar los productos del país a los mercados del mundo.Ahora estamos viviendo la Segunda Revolución de las Pampas, donde el atributo central es la conquista tecnológica. Una epopeya de dimensión mundial, que está inaugurando una nueva era en la forma de producir alimentos. Acá, trenzados en tribulaciones insensatas, hemos perdido la noción de lo que se viene construyendo desde hace tres décadas, cuando eclosionó la siembra directa. Una enorme concentración de masa crítica (encefálica) dio lugar a la agricultura más sustentable del mundo. Nadie produce tantas toneladas por unidad de energía consumida en el proceso. Es la agricultura de mejor huella de carbono. De la mejor relación insumo/producto. Con menor dotación de capital, gracias a la eficiencia de los equipos y el modelo organizacional, con contratistas especializados que le sacan el jugo a cada kilo de fierro y cada litro de gasoil.Por eso en esta columna celebramos el Día del Medio Ambiente, saliendo al cruce de las muletillas ideologizadas que distorsionan, con fluidez e ignorancia, la esencia profundamente regenerativa de nuestra forma de producir. Los suelos del mundo han perdido materia orgánica, carbono que pasó de la tierra a la atmósfera. En la Argentina, con el 90% bajo siembra directa, el proceso se ha invertido. Nuestros suelos están secuestrando carbono. Nuestros alimentos son reconocidamente sanos y saludables por los habitantes de 130 países y 40 millones de argentinos.

Aprendimos a reponer nutrientes. Aprendimos a utilizar con inteligencia las herramientas químicas. Herbicidas en lugar de implementos de tortura de los suelos para eliminar los yuyos, degradando la materia orgánica en las carpidas. Y ahora estamos ingresando en la era del “siempre verde”, de la “fotosíntesis permanente”, consagrada por Aapresid en noviembre pasado al cumplir sus primeros 30 años. La de la Agricultura Certificada, la de los Municipios Verdes, con el que acaba de galardonar a Monte Buey el instituto IRAM.

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