"Ahora que llueva"
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 08 de septiembre de 2018
fuente: https://www.clarin.com/rural/ahora-llueva_0_rJA79XgOQ.html
Con una alquimia inesperada, el gobierno reinstaló las retenciones para el trigo y el maíz y modificó las de la soja. Hay nuevas reglas de juego y, más allá de cualquier lógica protesta, la cuestión ahora es entenderlas y adecuarse. Porque no se ve que haya condiciones realistas para un retroceso.
Por acción o por omisión, el campo no pudo o no supo convencer a la sociedad de que los derechos de exportación y el desdoblamiento cambiario son pésimas medidas de política económica. El gobierno, sabiéndolo, cedió. Ya está.
Conviene de todas maneras remarcar que es la primera vez que no se discrimina al campo y la agroindustria. Los derechos de exportación del 12% y el dólar con quita de 3 o 4 pesos (según valor agregado, ya analizaremos esto) corren ahora para todas las exportaciones.
Bueno, digamos todo: un producto quedó discriminado. Si, obvio, la soja y sus derivados industriales…Es el único rubro que quedó con una retención de 18%, un 50% más que todos los demás. No es moco de pavo, porque el complejo soja representa más de la mitad de las exportaciones agropecuarias y agroindustriales.
Pero también hay que decir que con esta medida, el gobierno adelantó de un saque el cronograma de reducción de las retenciones de la soja. Como se recordará, desde enero de este año se venía operando un recorte de medio punto mensual, a partir del 30% que rigió durante 2016 y 2017. A este ritmo, iba a llegar al 18% en diciembre del 2019, cuando finaliza el período presidencial.
De esta forma, estamos frente a la paradoja flagrante de que el rubro más castigado es al mismo tiempo el que quedó mejor parado. Las retenciones estaban en un 26% y bajaron al 18%. Y desde allí viene la quita de los 4 pesos, que a un dólar de 40 es un 10% más. Total 28%. Sólo un 2% más.
Lo que sí es absurdo y sintomático es lo que surge de la comparación entre los productos de valor agregado, que tienen una quita de 3 pesos por dólar versos los 4 pesos de los productos primarios. Pero el aceite de soja, en cambio, tiene quita de 4 pesos. Y también la harina. Un castigo para el complejo, porque es plata que se le va por caño. Pero ya sabemos: los productores creen que premiar el valor agregado es un beneficio para un segmento de la cadena que no ayuda al conjunto. Y ahora estamos con este contrasentido.
La nueva situación genera derivaciones de todo tipo. Algunos productores dijeron que hubieran preferido que se le subiera la retención a la soja y se dejara en cero la de los cereales. El argumento es que los precios de los alquileres en general se fijan en quintales de soja, más allá de lo que siembre el productor. De esta manera, quedaba abierta la puerta de escape por el lado de los cereales, que además son más caros de producir.
Pero es una estrategia peligrosa. Un 30 o 35% de brecha entre cereales y soja es un exabrupto. La rotación se tiene que basar en parámetros tecnológicos y no en artificios que nos alejan de la realidad del mercado. La Argentina está lejos del mundo y cuando más caro es el producto, menos inciden los fletes.
Las retenciones alteran la relación insumo-producto. Lo vimos clarísimo en estos días. Muchas quejas de productores que tenían comprado el fertilizante a pagar en dólares “llenos”. Y ahora el trigo y el maíz tienen retenciones, así que muchos se replantean el modelo de producción. Para un maíz de 10 toneladas por hectárea, la quita es de 90 dólares. Es la mitad del margen bruto esperado para ese nivel de rendimiento. El negocio se hace muy finito. Como decían los farmers de Iowa hace 80 años, cuando nadie los ayudaba: “Hope it rains” (“esperemos que llueva”).
Eso. Esperemos que llueva.
"Si queremos jugar en primera..."
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 25 de agosto de 2018
Fuente: https://www.clarin.com/rural/queremos-jugar-primera_0_H1PtKJRL7.html
Todas las mañanas, yendo al diario, subo por la Avenida Garay desde Paseo Colón hacia Tacuarí. En pleno San Telmo, se repite el espectáculo: las puertas abiertas de furgoncitos desvencijados, y un muchacho con ropa y pelo sucios cargando al hombro una media res para la carnicería de la cuadra. Por supuesto, escasean facturas y remitos. Inadmisible en el siglo XXI.
Hace mucho que quería escribir sobre esto. Algo se disparó en mi mente para sentir que había llegado el momento, y aquí estoy. ¿Qué pasó?
Pasó que leí en Valor Económico, el prestigioso medio brasileño, una saga fenomenal sobre los movimientos que se habían producido en el mundo de la carne vacuna. Y que tenían, una vez más, a Brasil como epicentro. Veamos un poquito.
El hecho saliente fue la compra de la empresa Keystone por parte del gigante norteamericano Tyson Foods. Pagó nada menos que 3 mil millones de dólares al grupo Marfrig, dueño de Keystone, una plataforma logística gigantesca, que abastece de hamburguesas a McDonald´s en todo el mundo.
Según Valor, el objetivo de Tyson es salirle al cruce a otro gigante brasileño, JBS, con operaciones industriales y comerciales en todo el mundo. Incluso en los Estados Unidos y hasta hace poco también en la Argentina, cuando (apremiada por el escándalo de corrupción en Brasil) vendió sus tres plantas a otro grupo brasileño, Minerva.
Tyson está relativamente mucho más fuerte en cerdos y pollos. Con Keystone van por la carne vacuna, que es donde JBS está mejor posicionada, incluso con operaciones en Australia y Nueva Zelanda, donde la cercanía con el continente asiático es una ventaja competitiva formidable. Keystone también está allí.
A Marfrig, por su parte, la operación le sirve para achicar su deuda (sus directivos informaron que destinarían a ello 1500 millones, la mitad del ingreso percibido) y el resto para incrementar su caja. Marfrig había adquirido hace pocos meses la mayoría de National, la cuarta compañía de carne vacuna de Estados Unidos. Es una empresa originada en un grupo de ganaderos de elite, que quería manejar su propia carne y para ello se vinculó con un fondo de inversión. Marfrig compró las acciones de este fondo y los ganaderos mantienen su participación.
En el directorio de National ahora está el propio titular de Marfrig, el brasileño Marcos Moreno, secundado por un uruguayo, Martín Secco, su CEO global, y el argentino Alain Martinet, quien conduce actualmente la operación en nuestro país. Interesante.
E interesante el contraste. Cuando uno visita un frigorífico exportador en la Argentina, tiene que ponerse ropa higiénica, casco, cofia, botas, y para pasar de zona sucia a limpia hay que cepillarse las botas recién puestas. Esa carne sale al mundo envasada al vacío, con trazabilidad, e inspecciones sanitarias desde que entra el animal hasta que sale una caja paletizada.
Si a algo de lo que tiene que ver con el campo y la agroindustria le dedicó tiempo el presidente Mauricio Macri es a la carne. Se reunió este año cuatro o cinco veces con la mesa multitudinaria, donde parece que todos coinciden en la necesidad de sanear la cadena, en lo sanitario, fiscal y laboral.
Existe un doble standard que no se compadece con la visión exportadora que desvive al gobierno, que por otro lado acaba de reducir un 70% los reintegros a la exportación. Algo atendible por la angustia fiscal, pero que implica un paso que objetivamente opera en contra de las exportaciones. Mientras tanto, un estudio próximo a conocer la luz indica que la evasión fiscal asciende a mil millones de dólares. Es veinte veces el costo del reintegro suspendido.
Lo que hay que hacer es bajarle el telón a la media res.
"Silencio, gente pensando y trabajando"
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 11 de agosto de 2018
fuente: https://www.clarin.com/rural/silencio-gente-pensando-trabajando_0_SJMEK7sr7.html
Hablemos de otra grieta. La positiva. Mientras las grandes ciudades, comenzando por la CABA, se revolcaban en el fango de los cuadernos y el aborto, en Córdoba se juntaba el think tank del campo en una “manifestación” extraordinaria: el Congreso de Aapresid, con más de 4.000 asistentes y otros cuantos miles siguiéndolo por streeming en todo el país y el extranjero.
El evento tuvo lugar en los viejos talleres de Forja. Un nombre sugerente, que invoca la esencia del “momentum”. La Segunda Revolución de las Pampas, trabada cuando el kirchnerismo puso el pie en la puerta giratoria en su inconcebible guerra con el campo, soltó definitivamente amarras y su impulso se hace imparable. Es lo que se percibió en las sesiones plenarias, y sobre todo en los más de cien talleres que sesionaron en paralelo. Muchos con lleno total, algunos desbordados, con gente afuera siguiéndolos por pantalla. Y el intenso intercambio en los pasillos y en los stands, un hervidero nunca visto. Imposible de abarcar todo, llevará meses digerir semejante contenido.
Desfilaron todos los temas. Desde la problemática del control de malezas, el mayor desafío tecnológico de la hora a partir de la obsolescencia del modelo de la siembra directa y el glifosato, hasta la incipiente impronta de una nueva ganadería que se abre paso como destino unívoco en la saga del valor agregado. Entre el “feedlot ecológico” y las mejores combinaciones de forrajes En el medio, la extraordinaria oleada de la AgTech, caracterizada por una creciente pléyade de emprendedores que va gestando una nueva forma de encarar la producción. Herramientas que facilitan la gestión, con las aplicaciones basadas en imágenes que ayudan a mejorar la eficiencia del manejo de la nutrición y la sanidad de los cultivos (Auravant), el mapeo y control de malezas (Milar, Ecosniper), los tratamientos (Agroapp), el riego (Kilimo). Y la irrupción del blockchain en el comercio de granos (Agree).
Botón de muestra de la onda del congreso: dos jóvenes de 25 años que tras una fascinante charla sobre el uso de drones en la agricultura finalizan su exposición con un slide mostrando sus códigos QR. Y de inmediato se disparan los celulares fotografiándolos. Ya están en red. La información está volando. Uno de ellos, Nicolás Marinelli, hijo de Sergio, un contratista y gran experto en maquinaria agrícola, ya está acollarado a “Pirincho” Cicaré, el mago de Saladillo, creador de helicópteros que pronto se convertirán en drones para todo tipo de tareas. “Inteligencia artificial”, “internet de las cosas”, “ecosistema digital”, “aceleradoras” como Yield Lab canalizando fondos hacia estos emprendedores.
Estamos lanzados. Y los resultados llegarán pronto. Se viene la mayor cosecha de la historia. No solo se sembró más, sino que se lo hizo con más tecnología. Los proveedores de fertilizantes están sorprendidos por la demanda, y saben que afrontan un desafío logístico sin precedentes: tendrán que entregar 2 millones de toneladas de Nitrógeno en los próximos 60 días para trigo en macollaje y maíz. Después viene el fósforo para la soja. Habrá 21 millones de toneladas de trigo, dice la Bolsa de Comercio de Rosario. Más que necesarias para dar vuelta la taba, después de la debacle climática de la última campaña. La está sufriendo todo el país.
Sumaremos 50 de maíz y quizá 60 de soja, si se cumplen los pronósticos. Más 3 de cebada, otras 3 de sorgo, 2 de girasol, el maní, el arroz, el algodón. Son 10.000 millones de dólares extra, que de movida representan 2 puntos de PBI. Pero esto es solo “la macro”. La “micro” es el efecto difusión de este crecimiento en toda la economía, empezando desde el interior. Gente de las grandes ciudades: prepárense, lo van a sentir. Y esto recién empieza.
"De grano a leche"
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 4 de agosto de 2018
https://www.clarin.com/rural/grano-leche_0_S1ILhBfBQ.html
Esta semana, el presidente Macri convocó a todos los actores de la mesa lechera. Se sentaron en la Casa Rosada los representantes de la producción y la industria, exponiendo cada uno su problemática y elaborando presupuestos mínimos para intentar resolver la profunda crisis que afecta al sector.
Desfilaron todos los temas, desde la falta de transparencia hasta los problemas de infraestructura, financiamiento, costo laboral y todo lo que quita competitividad a la cadena láctea. Una pena, porque no hay duda que la lechería es uno de los sectores de valor agregado con más potencial, sobre todo si nos proponemos acortar la brecha que se ha ido abriendo con los países más avanzados en el rubro.
Más allá de lo mucho que hay que hacer tranqueras afuera, y que sin duda es determinante para el futuro, conviene interrogarse también acerca de cómo estamos tranqueras adentro. Porque hay muchas visiones y razones. Pero los escenarios cambian y nunca es bueno ceñirse a los paradigmas tradicionales.
En la Argentina, prevaleció durante muchos años la idea de que la forma más barata y eficiente de producir leche se basa en “el pasto”. Todos nos formamos bajo la impronta de Campbell Percy Mc Meekan, el neocelandés que con su libro “De pasto a leche” cautivó y cautiva a varias generaciones de ingenieros agrónomos. Se convirtió en una filosofía, casi una religión.
Pero una cosa era cuando el trigo rendía 25 quintales, el maíz 40, y no había soja, y otra muy distinta cuando la nueva tecnología permitió duplicar los rindes de los cereales. Y encima llegó la soja con siembra directa, luego la biotecnología, y la agricultura permanente dejó de requerir la rotación con pasturas como un hecho mandatorio.
La ganadería de carne, en particular la invernada tradicional, tuvo que ingresar en el corral. Lo mismo había sucedido en el Corn Belt de los EEUU: el pasto es muy barato, pero no puede competir con un maíz de 100 quintales. Apareció el feedlot, que fue además la forma de agregarle valor al maíz. La ganadería no se achicó, sino que se expandió a límites impensados. Lo mismo está sucediendo ahora con el tambo.Y acá también. Se están dando los primeros casos. La semana pasada Clarín Rural distinguió a uno de los pioneros de la nueva lechería, Carlos Chiavassa, que en Carlos Pellegrini, en el corazón de la cuenca lechera santafesina, ya hace años que puso sus vacas bajo galpón y las alimenta con forrajes cosechados y conservados. La productividad por vaca se disparó y casi duplica a la de sus vecinos. Su “costo medio” –que no es el costo por hectárea, sino por litro de leche producido—bajó. Y se mantiene competitivo con los mismos precios que a otros los sacaron del ring.unque la mayoría de los tambos siguen siendo sustancialmente pastoriles, lo cierto es que cada vez más basan su producción en el uso de silajes y concentrados. Los encierres son cada vez más frecuentes, y se ha generalizado la utilización del carro mezclador (mixer). Pero en general en corrales las más de las veces precarios, donde la “función vaca” (transformadora de forraje en leche) se castiga hasta niveles aún desconocidos. Cuando se prioriza el confort animal, los resultados dan un respingo, como sucede en el tambo de Chiavassa y en el ahora más conocido de Adecoagro. Ambos orillan los 40 litros de leche por vaca y por día. Habrá mucho debate. Los defensores del modelo neocelandés insistirán en que por algo NZ es el mayor exportador de leche en polvo del mundo. Otros rebatirán diciendo que la leche en polvo producida en tambos estacionados en primavera-verano no es precisamente el derivado más rentable. Lo cierto es que al tambo le llegó la hora de convertir en leche los recursos agrícolas de la Segunda Revolución de las Pampas.
"Ahora no hay excusas"
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 28 de julio de 2018
Fuente: https://www.clarin.com/rural/ahora-excusas_0_SJfpXRtVm.html
La Exposición Rural, que hoy se inaugura con el desfile de los campeones, es una muestra esencialmente ganadera. Aunque siempre fue acompañada por una exhibición de la oferta de tecnología agrícola, en particular maquinaria, el “leit motiv” fue y es una muestra del potencial de la ganadería vacuna. El resto acompañaba. Con ella la Argentina encontró su primer y prácticamente único negocio/país. Casi como subproducto, nos convertimos en granero del mundo. Es que había que domar las pampas con el arado, antes de implantar la alfalfa y otras pasturas. Una verdadera epopeya.
Hicimos todo. Los ferrocarriles. Llegaron Tarquino, Virtuoso y Niágara, los elegidos de los criadores, fundadores del rodeo más refinado del mundo y de mayor valor genético. Los molinos, el alambrado, las estancias y las colonias. Se instalaron los frigoríficos sobre los puertos, enormes inversiones cuyas huellas todavía están, en Rosario, en Entre Ríos, en Bahía Blanca. Porque aquí, aunque ahora la mayoría cree otra cosa, había industria antes de la “industrialización”. Recordemos que el 17 de Octubre se inició en un frigorífico de Ensenada.
Después, languidecimos. Es historia. Digamos, para no entrar en detalles, que el mundo nos fue esquivo. Lo que ahora importa es que ya no lo es. El proteccionismo ya no pesa tanto, porque aunque está atento y vigilante, hay nueva demanda. Llegaron los chinos, ahora Japón. Europa habilitó la cuota 481 para la carne de feedlot, un negocio al menos tan atractivo como el de la histórica cuota Hilton, que sigue vigente.
El gobierno hizo su parte. Tras la debacle de la era K, vino un giro copernicano. Se liberaron las exportaciones, se eliminaron las retenciones y hasta hubo un reintegro como a cualquier industria. Comenzó la lucha para terminar con el jubileo fiscal y sanitario. La visión compartida del gobierno y la bien instalada Mesa de las Carnes dio lugar al inicio de una compleja y nada sencilla modernización. Desde la genética en las cabañas hasta los frigoríficos y carnicerías.
Todo está en revisión. Y a los saltos. La ganadería ha ingresado en una nueva fase. El modelo pastoril ha dado paso a un sistema mucho más independiente del “pasto de cada día”.
En esencia, se ha independizado la “función vaca” de la “función campo”. Hasta hace pocos años, estaba todo mezclado. Si el campo no daba, por error humano o clima hostil, la vaca sufría. Si sobraba pasto, se lo comían los insectos (recordemos los ataques de isoca de la alfalfa, que pocos combatían porque se producían cuando sobraba pasto).
Hoy eso es inadmisible. Pasamos al silo de picado fino. Nació una generación de contratistas super profesionales, que incorporaron la última palabra en ensiladoras automotrices. Esta semana, en Palermo, están todas: las Claas, que lideran el mercado, las John Deere, que le salieron al cruce, las New Holland. Pero además todas estas empresas exhiben rastrillos, segadoras acondicionadoras, enfardadoras de gran capacidad, tractores para pisar silos. Y son acompañadas por otras, nacionales, que proveen desde ensiladoras automotrices hasta carros mixers, indispensables para preparar y distribuir las raciones.
Y todo esto con el foco puesto en la búsqueda de precisión. Balanzas, sistemas electrónicos de captura de información, trasponders, comederos inteligentes como el que desarrolló Oscar Pordomingo en el INTA Anguil.
Toda esta innovación, más la genómica, las nuevas técnicas reproductivas, las herramientas sanitarias, permitirán que la ganadería se acople a la revolución de la agricultura. En tres décadas, las exportaciones agrícolas pasaron de 2 mil a 25 mil millones de dólares. En comparación, los embarques de carnes son ínfimos: apenas mil millones.
Pero ahora la mesa está servida. La oportunidad es enorme. No hay excusas.