"La oportunidad sigue viva" Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 09 Mayo 2015

 

Dos eventos simultáneos, en esta primera semana de mayo, remarcan la vigencia de la oportunidad que ofrece el mundo a la Argentina agroalimentaria, sobre todo desde los albores del siglo XXI. Sólo la tozudez de una conducción que oscila entre la ignorancia y la mala intención ha impedido aprovecharla. Y sólo la extraordinaria construcción de competitividad en esta Segunda Revolución de las Pampas ha permitido mantener en pie a su sistema agroalimentario.

Es un milagro de la tecnología haber logrado este año una cosecha de 60 millones de toneladas de soja, a pesar de la caída de los precios, el atraso cambiario y la insólita exacción del 35% vía derechos de exportación, gabela que castiga a los productos de mayor valor agregado, como la carne vacuna, que sigue tributando un insólito 15%. Recalemos aquí.

En Milán arrancó una gran feria internacional, bajo el leit motiv de “alimentar el planeta”. El pabellón argentino incluía un espectáculo cultural protagonizado por “El Choque Urbano”, un mensaje que subraya con gruesos trazos de evidencias la confusión de las autoridades en este fin de ciclo. La realidad es que el stand fue virtualmente saqueado por los visitantes, en su mayoría italianos, que arrearon en un par de días con toda la carne disponible…

El otro evento está transcurriendo en China, donde el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA) presentó nuevamente un stand en la cada vez más importante SIAL. China se ha convertido en la gran aspiradora de carne vacuna en los últimos dos años. Ya no les alcanza con comprar 70 millones de toneladas de soja, que sumada a su expansión maicera permiten alimentar la creciente avidez por proteínas animales. Avanzan en todos los frentes: más participación en la logística y trading de granos, con la compra de Noble y la mitad de Nidera. El año pasado se quedaron con Smithfield, la mayor corporación de cerdos de los Estados Unidos. Kentucky Fried Chicken sigue abriendo un local por día en alguna ciudad del gigante asiático, en plena transición dietética. Y ahora vienen por la carne vacuna, la etapa superior de la proteína animal.

 

Irrumpieron hace tres años, pero ya constituyen el principal mercado de Uruguay: ya explica el 30% de sus embarques, gastando más de 300 millones de dólares el año pasado. Acordaron con Australia la importación de ganado en pie por otros mil millones anuales. Con los neocelandeses negocian carne y lácteos.

 

No todo se resume en estos productos terminados. También tienen hambre de tecnología. Quieren semen y, sobre todo, embriones. En el centro Eolia, en Marcos Paz, el Dr. Carlos Munar ya está listo para producir y embarcar material genético rumbo a China. Genética Holando, en particular, donde se ha generado un salto competitivo impresionante. Pero el interés atraviesa todas las razas bovinas, reconocidas a nivel mundial por su calidad y productividad.

En los últimos veinte años se desarrolló la revolución agroindustrial de la soja, generando el cluster más competitivo del planeta. La Argentina se convirtió en un gran proveedor de los dos insumos básicos de la era moderna: harina de soja para producir proteínas animales, y el aceite para cocinarlas.

 China es solo la punta de lanza de una demanda insaciable. Atrás hay algo que ninguno de ellos puede hacer: producir terneros en gran escala. Ese ternero se recría en pasturas y verdeos de las que el mundo carece. Los terneros recriados se terminan a corral, con los granos más baratos del mundo sin necesidad de retenciones. Esos novillos gordos son la base de la industria frigorífica que supo hacer de la Argentina un país.

 Hay nueva demanda, hay conocimiento, y todavía hay vacas. Estamos a tiempo, y vale la pena.

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