"Malezas: en alerta roja" por Claudio Rubione en contratapa de Clarín Rural del 19 septiembre

En el último Congreso de la Asociación Argentina de Ciencias de las MaEn el último Congreso de la Asociación Argentina de Ciencias de las MaEn el último Congreso de la Asociación Argentina de Ciencias de las MaEn el último Congreso de la Asociación Argentina de Ciencias de las MaEn el último Congreso de la Asociación Argentina de Ciencias de las Malezas (Asacim), que terminó hace unos días, salieron a la luz criterios de manejo para encontrar alternativas al desafío de las malezas resistentes.

Numerosos trabajos expuestos, todos de carácter científico, indicaron desde cómo una maleza manifiesta la resistencia hasta qué gen gobierna ese mecanismo. También quedó claro que una clave es impedir que las plantas resistentes dejen descendencia, y eso a veces va a tener que ser con mano de obra activa y sin agroquímicos. Hay un programa en Arkansas (Estados Unidos) que emplea centenares de personas para sacar a mano las malezas, y es exitoso.

 

Uno de los oradores de EE.UU., con algo de vergüenza, manifestó que tarde o temprano llegaríamos a estar como ellos, con 152 biotipos resistentes. Agregó que jamás esperaría que un contratista de cosecha limpie su cosechadora antes de cambiar de campo, porque su efecto inmediato sería el de no cosechar el “campo problema”.

 

Ante éste panorama, mezclado de progresos y de nuevos problemas, insisto en que ser realista va a ayudar a la solución. Siendo un año en donde todo lo político está expectante, no sería lógico golpear la puerta de ninguno hasta pasadas las elecciones.

Pero eso va en contra de la biología, a la que poco le interesan las urnas. Por eso, el cambio tiene que empezar ahora, con lo que hay, con la unión de entidades como Aacrea, Aapresid, Asacim y también la HRAC (por sus siglas en inglés), que es el Comité de Acción contra las Malezas Resistentes, y que tiene por objeto brindar apoyo económico a las empresas para divulgar el problema; educar productores; fomentar las buenas prácticas de uso de agroquímicos y las rotaciones, entre otras medidas.

Agrego la necesidad de que las universidades “salgan al campo” con formación de extensionistas y que el INTA siga dando apoyo y experiencia en el tema.

Mientras esperamos con quién hablar del Gobierno, hay muchas cosas que podemos hacer. Ellas traerán emprendedores en el uso de drones; otros que ofrezcan la limpieza de la máquina “in situ”, otros divulgarán y otros fiscalizarán actividades a campo; otros emplearán programas de monitoreo in situ.

El desafío requiere salir de lo puntual, entrenar productores y técnicos para evitar que las recetas individuales lleven a nuevos fracasos.

Esta es una oportunidad de dar un paso inteligente y dejar huella, no podemos desaprovechar que hoy estamos todavía a tiempo.

Las inundaciones de los campos bonaerenses seguramente traerán casos de resistencia en lugares insospechados, por la simple “navegación” de semillas. Tengamos los ojos abiertos: algo en el medio cambió, entonces reaccionemos. Los alquileres tardíos de éste año no ayudan, pero conociendo al enemigo, será más fácil combatirlo.

El manejo de información centralizada ayudará a optimizar el plan y llevarlo al éxito. La propuesta es formar un equipo. El fin, detener el avance de un problema cada vez más grave para el agro argentino.

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