"Los planetas se alinearon"
Editorial de Héctor Huergo en Clarín del 1 de junio de 2019
Los estados de Illinois e Iowa, claves en la producción agrícola norteamericana, sufren graves anegamientos.
Hace más de un mes, el vendedor internacional de silobolsas de Ipesa, Alberto Mendiondo, nos alertaba sobre las complicaciones climáticas que amenazaban la siembra de la cosecha gruesa en los Estados Unidos. En su periplo de pre-campaña desde el norte del corn belt hacia el sudeste, Alberto subía a twitter las fotos que iba tomando y pescando, con campos todavía cubiertos de nieve e intensas inundaciones en vastas áreas agrícolas.
Los mercados, sin embargo, no reflejaban temor alguno. Los precios seguían deprimidos, consecuencia de los grandes stocks acumulados luego de una sucesión de grandes cosechas, la guerra comercial entre Trump y Xi Jingpin y la fiebre porcina africana. Los planetas parecían alinearse en contra de los agricultores de todo el mundo. Y también en contra de la salud macroeconómica de la Argentina, tan dependiente de sus exportaciones agroindustriales.
La razón por la que no había reacción era muy sencilla: los farmers tienen una enorme capacidad de siembra. Unos pocos días de buen tiempo y se ponían al día, tanto con el maíz, que es lo que se siembra en abril y hasta fines de mayo, como en soja, que arranca a mediados de mayo.
Pero esos días buenos nunca llegaron. Es más, el clima empeoró. Cuando escribo estas líneas, llega un informe que señala que esta semana hubo más de 200 tornados en el Medio Oeste, siguieron las lluvias torrenciales, el granizo, y hasta nevadas tardías que impidieron el avance de la siembra. Corolario: hasta el lunes pasado faltaban sembrar 40 millones de hectáreas de maíz y soja, respecto a lo que se había cubierto a la misma altura del año pasado.
Pulularon informes de los analistas. Una de ellas, Karen Brown, elaboró un gráfico en el que mostraba la tendencia de los rindes promedio del maíz en función del atraso de la siembra. Un informe del USDA sostuvo que sería necesario apelar a híbridos de ciclo más corto, asumiendo una merma en el potencial de rendimiento. Los mercados estallaron. La taba se dio vuelta de manera abrupta. Subieron el maíz, la soja y el trigo.
En la semana que pasó, los precios se recuperaron un 20%. Pasamos de la depresión a una euforia contenida. Se relamían los chacareros pampeanos, que habían decidido retener la soja, aunque lloraban por no haber guardado también el maíz. Pero con estas tasas algo había que vender, para cerrar la campaña y financiar la próxima.
"Aunque se vista de seda..."
Editorial del Ing.Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 11 de mayo de 2019"
La nueva genética necesita buena nutrición para expresar su potencial sin deteriorar la relación entre los componentes de los granos.
Bajo la presión del FMI por cerrar el agujero fiscal, el gobierno cayó en una trampa peligrosa. La semana anterior había intentado modificar el esquema de retenciones, pasando de una quita fija de 3 o 4 pesos por dólar según tipo de producto, a un porcentaje del 10 a 12% según el valor de la mercadería exportada, fueran bienes o servicios.La suba del dólar había erosionado el valor en dólares de la retención y catalizó la idea, nefasta para el sector porque implicaba dos cosas: una nueva quita, y romper una vez más las reglas de juego anunciadas hace seis meses.
La intentona fracasó porque, al trascender el rumor, sucedieron dos cosas: los exportadores de la agroindustria, alertados, declararon de inmediato una carrada de operaciones (como siempre sucede, para fijar el tipo de cambio antes de que se aplique la medida. Este anticipo neutralizó parte de los efectos recaudatorios. Y además se armó un gran revuelo en todo el sector exportador, pero en particular en el agro.
Ya lo hemos dichos muchas veces: el peor efecto de las retenciones es la alteración de la relación insumo/producto. Su efecto es bajar el precio del producto, transfiriendo parte del valor al Estado. Al final del día, hacen falta más unidades del bien producido, para pagar la tecnología que se requiere para maximizar la producción. La consecuencia lineal es que provoca un menor uso de insumos. La producción es menos “intensiva” en tecnología. La tierra tiende a ser el insumo principal; menos inversión por hectárea, producción más “extensiva”. Terminamos sin reponer nutrientes, y junto con los granos exportamos tierra.
"No perder el foco"
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 03 de mayo de 2019
En estos tiempos de turbulencias es importante no perder el foco. Para el agro, en su continuo huir hacia adelante, no perder el foco es volver a las fuentes. La impronta innovadora fue, al final del día, lo que permitió sobrevivir a la catástrofe de un modelo económico que sólo imaginó la forma de capturar la renta generada por la innovación.
Se cumple este año el 30 aniversario del nacimiento de Aapresid, sin duda la institución que lideró el proceso de cambio tecnológico que dio origen a la Segunda Revolución de las Pampas. Por si hace falta lo reitero: la primera fue la de la conquista territorial. La Segunda fue la de un salto productivo fenomenal, originado por la incorporación masiva del conocimiento. La era de la inteligencia y la razón aplicada sobre el fenomenal sustrato natural de nuestras pampas.
En estas tres décadas, triplicamos la producción agrícola en volumen y la quintuplicamos en valor. La cadena agroindustrial edificó la estructura más competitiva del mundo, tanto que cuando la Argentina está en el mercado, el resto espera. En particular con el complejo soja y ahora con el maíz. Y con el trigo avanzando hacia la recuperación del status que supo tener a principios del siglo XX, cuando fuimos Granero del Mundo.
La Siembra Directa, con mayúsculas, fue sin duda la abanderada de esta enorme transformación. Cuando hacía sus pininos, apareció la soja RR, el primer evento biotecnológico aprobado a nivel mundial. La ola fue imparable. Millones de hectáreas destinadas al pastoreo, infestadas por malezas “de combate obligatorio” (pero que nadie podía combatir), pasaron a la agricultura moderna. En manos de nuevos empresarios, apoyados en una estructura de contratistas que el mundo añora.
"China y la soja"
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 27 de abril de 2019
La harina de soja implica embarques por más 10 mil millones de dólares anuales.
Como siempre, atrás de la tormenta de tierra que embadurna el horizonte, suceden cosas que apuntalan el sueño de una Argentina próspera. Esta semana el epicentro fue Beijing, y tuvo que ver, nada menos, con la harina de soja. No es un tema menor en estos momentos, porque se trata del principal producto exportable de un país que pide dólares a los gritos.
La noticia fue que se reunieron las autoridades argentinas con sus pares chinos, para avanzar en protocolos sanitarios y comerciales que permitan destrabar los embarques de harina de alto contenido proteico. Conviene recordar que la República Popular China es el mayor comprador del mundo de poroto de soja, pero siempre fue remiso a adquirir los productos de valor agregado (harina y aceite). Ellos defienden el valor agregado en destino, para darle trabajo a su propia industria de crushing.
La saga de la soja explotó hace veinte años, cuando China aceleró su transición dietética. Es un clásico de la historia económica: las sociedades que se desarrollan incorporan cantidades crecientes de proteínas animales en la alimentación, pari passu con la mejora del ingreso. El fenomenal desarrollo del país más poblado del mundo, llevó a una sustitución de proteínas vegetales por proteínas animales. Las proteínas animales se obtienen alimentando distintas especies (cerdos, aves, vacas lecheras o peces de criadero). El insumo básico para producir todo bicho que camina y va a parar al asador es la harina de soja.
Conviene recordar que la soja es oriunda de China. A mediados de los 90, producían 15 millones de toneladas, destinadas fundamentalmente a consumo humano directo. Pero al despuntar el siglo XXI, las necesidades se expandieron a un ritmo de 4 millones de toneladas por año. Así, el año pasado llegaron casi a las 100 millones de toneladas, por un valor de entre 40 y 50 mil millones de dólares por año.
Esto apuntaló al mercado mundial. Pero la Argentina quedó afuera, porque apostó por desarrollar su propia industria. La capacidad de molienda creció a la par de la producción, que en el mismo período (desde mediados de los 90 hasta ahora) se expandió de 15 a 60 millones de toneladas. El tema es que había que competir con la tendencia de casi todos los países a tener su propia industria de crushing, para lo cual favorecían la importación y castigaban con aranceles a los productos de valor agregado. China era uno de ellos: la harina paga un 5% de derechos, y el aceite un 9%, mientras el poroto paga solo 2%.
Por eso aquí existió durante años un diferencial, que apuntaba a compensar esta situación. El año pasado, la conducción oficial eliminó ese diferencial, poniendo en igualdad de situación a la exportación de poroto con la de harina y aceite.
"Más allá de la polvareda"
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 20 de abril de 2019
Desdelsur tiene su base principal en el noreste salteño pero también ha desarrollado una planta de empaque en Zárate.
Más allá de la polvareda urbana, que arreció esta semana, en la Argentina profunda hay potentes signos vitales. Se está gestando un país nuevo, basado en la bioeconomía, cuyo atributo distintivo es la circularidad. Está lleno de casos y cada uno merece un artículo más detallado, pero vale la pena enunciarlos.
En Tartagal, casi en la frontera de Salta con Bolivia, Desdelsur SA creció sin hacer barullo hasta que la semana pasada nos enteramos que el BID había acordado un crédito de 30 millones de dólares para apuntalar su expansión. La empresa, que nació domando campo para producir legumbres, le pone fichas a la ganadería. Con un doble objetivo: darle sustentabilidad a su negocio original, para lo cual necesita incorporar el maíz y las pasturas megatérmicas en la rotación.
El problema es que el maíz viaja mal, y hay 1.500 km hasta los puertos de Rosario. Entonces había que convertirlo en algo de mayor valor. Ya hay 52.000 cabezas en un feedlot donde llegan terneros de destete precoz de alta genética, que provienen de Corrientes. La conexión NEA-NOA. La empresa entrega un acondicionador del rumen a los criadores elegidos, para que desteten a los 90 días. Así, llegan directo al corral, donde se recrían y engordan a un ritmo de un kilo por día y salen al año con 450 kg, cuota 481. El objetivo para el 2021 es llegar a los 80.000 animales por año.